CAFÉ
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La catación de café es la que nos va a dar toda la información de cómo se realizó el trabajo tanto en el beneficio húmedo como en el beneficio seco o maquilado del café. Es tan importante como la catación de vino, su importancia radica en la necesidad de saber sobre la calidad del café, de su trabajo y su sabor.
Es importante tener estos conceptos para la cata de un café:
Sabor: El sabor se define como la impresión combinada de todas las sensaciones de las papilas gustativas y los aromas retronasales que van del a boca a la naríz. En la catación para poder calificar el sabor se debe tomar en cuenta la intensidad, calidad y complejidad del café en la taza.
Balance: A ésto se le conoce como el equilibrio de los diferentes aspectos del sabor, postgusto, acidez y cuerpo del café en su complementación.
Postgusto: El postgusto se le conoce como a la sensación que perdura del sabor del café en el paladar después de ser tragado. Si el postgusto es muy corto o desagradable la puntuación es baja.
Suavidad: La suavidad es pues, la sensación de intensidad del café en taza.
Dulzura: A esto se refiere a la plenitud del sabor, es lo opuesto a la amargura o astringencia. Esta propiedad se da bajo la percepción de la presencia de ciertos azúcares naturales que el mismo grano de café pueda tener.
Para catar un café se necesita una muestra de al menos 60 a 100 gramos, que sea de Tostado claro con molido tradicional del tipo cafetera. Cada taza deberá ser preparada con al menos 12 gramos, agua caliente; al moler se debe sentir la fragancia y después realizar la infusión. Antes de probar se debe romper la nata, sentir el aroma y dar un sorbo.
Durante la práctica se uso el formato de telaraña para catar el café de acuerdo a ciertas características.
Además se realizó una cata a la brasileña, esta se caracteriza por presentar el café de 4 formas diferentes: en grano verde, en grano tostado, en grano molido y en infusión. En esta cata el café no se presenta preparado como estamos acostumbrados. Se infusionan 8,5g de café en 150ml de agua a punto de entrar en ebullición (unos 93 grados).
Para poner en marcha una cata de estas características es necesario disponer de una taza especial fabricada en cerámica o cristal y con una capacidad de unos 200ml. Además, se utiliza una cucharilla para catar: amplia y redondeada. También es necesaria una hoja de control de cata en la que anotar las puntuaciones de cada una de las características del café.
Fragancia: se evalúa en el café molido y define la frescura de la muestra según la intensidad.
Aroma: esta característica se puntúa oliendo la infusión y aspirando fuertemente. El café puede desprender sensaciones dulces o pungentes.
Sabor: es la característica principal del café y se evalúa probando la infusión. La puntuación tiene en cuenta la complejidad y calidad, así como la intensidad.
Retronasal: es decir la sensación que se genera a partir de los vapores producidos en la boca cuando se sorbe el café
Postgusto: es el sabor que permanece en la boca. Se evalúa su duración y la sensación que produce. Si fuera corto o poco agradable se puntuará de forma negativa.
Acidez: si es demasiado intensa puede resultar desagradable pero si la acidez de un café está equilibrada ayuda a potenciar el dulzor y las características del producto.
Cuerpo: el cuerpo es la sensación táctil del café en la boca. Ayuda a detectar la cantidad de aceites en la bebida.
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